Empieza el año,
y algunos a las 7 de la tarde,
quizás estén bajo los efectos de alguna droga.
Mientras espero en la plaza de la Virgen,
por detrás,
me planta un beso en la mejilla
un tío con aspecto de pijo
que me confunde con una tal Sonia.
Se me sienta al lado,
y empieza una serie de preguntas
que tomo como una broma.
Cierro la libreta, guardo la pluma,
se va.
No es mi tipo,
pero pienso,
voy a a escribir más a menudo en la calle.
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