by Lisa Haney

miércoles

PALABRAS PARA UN GALGO, un poema de Dolors Alberola

Era un perro, como tantos judíos, terriblemente
exaustos en Dachau.

Era un perro, como sedientos niños
que mueren                                            
sin morir, pues -lo dijo Cernuda- no han vivido.

Era un perro que pudo estar subido en un vagón
cuando explotó la bomba. Sí, era un perro de
los que yacen tristes en la arena, contra algún
maremoto.

Un galgo gris colgado de una rama, lo mismo que
hay mujeres en países absurdos e integristas.

Sencillamente, a bordo de un Sputnik diario -sin comentar
siquiera si su alma existe, da cabida a ese
soñar de perro, a ese latir de perro, a ese asiduo
vivir delante de la tumba de su amo, más fiel que la
más fiel de sus amantes-.

Era un perro, lamiendo, dando brincos como un
Platero, umbrío, sin algodón ni nada.

Era un perro. el más perro, sin manejar fusiles
ni arrollar a los hombres en una guerra sucia.

Era un perro que nunca dirigió su mirada a la riqueza.

Sencillamente eso: que era un perro.

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