by Lisa Haney

viernes

TRES POEMAS DE LEÓN PEREDO

1

ya le hemos pintado los ojos a la poesía.

ya la hemos vestido de santa y de puta.
ya le hemos hecho el amor luego de contraer matrimonio con ella
respetando a rajatabla su virginidad
ya la hemos penetrado llamándola perra torciéndole un brazo.
ya la hemos puesto desnuda sobre una mesa de disección
junto a un paraguas y a una máquina de escribir.
ya le hemos dado vuelta el rostro de un piedrazo.
ya la hemos sanado con nuestras propias narices.
nos hemos divorciado de ella.
la hicimos en verso
la hicimos en prosa
la hicimos a la parrilla con mucho limón y salsa de ajo.
ya le cosimos los brazos con hilos dentales.
ya le torcimos el cuello
ya la encerramos en un granero maniatada, sin comida, sin agua.
ya la hemos arrojado a la calle con todos sus hijos en pleno invierno.
ya le hemos puesto tetas artificiales
sexos artificiales
sonrisas de gomaeva.
le hemos escupido a la cara miles de epitafios
dijimos está muerta
dijimos es hora de despertarla
ella, desgarbada y hermosa, se pasea del brazo del tiempo
pisoteando nuestras cabezas
con una mueca de misericordia en los labios
y un sexo oloroso que despabila al caminar
almejas, pájaros y niños que nacen con metáforas rojizas
en las plantas de sus pies
a lo mejor es hora
de cepillarnos los dientes
con lo que resta de ella/


* * *

2

no escribas de amor.
los poemas de amor están desamorados.
los poetas de amor andan famélicos por las plazas.
enferman a los pájaros, oxidan las bisagras de las puertas
le dan escalofríos a los cangrejos
marchitan las bocas de los semáforos
enfrían el té en los hospitales
arrugan los dedos de las amas de casa
fruncen las narices de los maquinistas
cortate los dedos pero no escribas de amor!
arrancate las manos pero no escribas de amor!
amputate los ojos pero no escribas de amor!
escribí de pie sobre un extenso pizarrón
mil veces
no debo escribir de amor
no debo escribir de amor
no debo.
cómo palmípedos te tomarán en serio los intelectuales del lavabo
si escribís de amor!
cómo crustáceos mal hervidos no dirán por lo bajo da pena este caballero
si escribes de amor!
cómo sanguijuelas entrarás a las librerías de usados
si escribes de amor!
sin embargo, si te urge escribir de amor
porque se te revientan las amígdalas de ganas de escribir de amor
escribí de amor
escribí tranquilo
escribí que el tiempo anda rebanando cabezas de australopithecus
escribí te amo con la misma seriedad que si escribieras te amo
escribí que lo demás es solo
una ardilla furiosa y ciega bajo la llovizna/


* * *

3

para amarte voy a dejar mi esqueleto en una silla.
no me basta amarte para amarte debo morirme.
porque llevo en mis zapatos este paroxismo de vida
esta manía de beberme un río cuando tengo sed
esto de inhalar hasta las nubes cuando respiro,
amarte será exhibirte en mano mis riñones
manchar tus cucharitas de té con mi sangre
caminar de tu mano cualquier calle y dejar en las huellas
un poco de mi lluvia y restos genéticos de mi espalda,
para amarte dejaré cada mañana, junto al desayuno,
una ceja mía, una uña cortada, me entregaré a vos
de carne entera, te mandaré mis dedos en cajas de bombones,
escribiré en las paredes de la ciudad
con mi semen
tu nombre
cada tarde
para que la luna lo ilumine
por completo,
para amarte haré volar una refinería de cuajo
quemaré automóviles, algo debe sucederle al mundo
no concibo que el pájaro o la ballena anden ya sin soñarte
cada hombre o mujer andará insomne caminando desnudo
con tu nombre en la mano pidiendo auxilio/



LEÓN PEREDO

miércoles

POR AHÍ EL MUNDO, un poema de Martina Brisac

Imagina un sumidero. 
Eso era mi corazón, 
un tremendo agujero negro. 
Nunca, jamás bastante. 
Por ahí tus manos, 
la cabeza, 
tus vísceras, 
todo tú y la infinitud de tu amor. 
Por ahí la casa, 
los electrodomésticos, los muebles, el edificio entero, 
avenidas, semáforos, palmeras, peatones.
Por ahí la ciudad,
ciento noventa y cuatro fronteras,
ochenta y tres mares,
cinco océanos, seis continentes.
Por ahí el mundo.
Por ahí el mundo que se atraganta
y que no cabe.

Y después silencio.
Un siglo de abstinencia y hambre.

Dime tú, qué hago ahora,
si me muestras un amor,
a mí, hija de la casta de los deformes,
y lo traes así, cerradito al puño,
protegido como un embrión en el vientre,
dime tú, qué hago ahora,
si desde aquí huelo
esa única y tierna gota de sangre,
y lloro
y tiemblo
y me alejo
tan muerta como llegué,
tan muerta como me fui,
de hambre.

Martina Brisac

EL COMEDIANTE, un poema de RAÚL QUINTO

            Un sudario manchado, un traje de segunda mano
            de harapos y de sedas, un disfraz.
                        (The Velvet Underground)

Es cierto que los hombres se disfrazan
para acercarse más a la verdad.

Vi la piel del incendio derramarse
como un río de algas,
y supe que los cuerpos calcinados
conservan su sonrisa en la ceniza.

Siempre recuerdo las miradas huecas,
los gestos delatores, el perfume
que renuncia a los párpados
para volverse sólido y antiguo.

La condición humana es una mueca.

Yo vi cómo unas manos escarbaron la tierra
para encontrar un agua del color de su alma,
y vi cómo se hundían bajo su propia arena.

Soporté la mirada de este mundo
y rompí a carcajadas cada velo.
Había comprendido la broma de la vida.

[de La piel del vigilante, 2005]


Raúl Quinto

martes

LOS GATOS DE JAKOBSON, X fragmento de un poema de MALÚ ORRIOLA

Hey, malú, asume la vida de gato
que te toca saltar de techo en techo
porque ni siquiera un poco de sol
los hará volver
porque nacimos para dar
pero tampoco para recibir
hay que asumir el costo
te estás chalando
nada te llena
y el hastío te agarra de espaldas
por eso le seguimos el juego
a los imbéciles
y corremos en esta carrera de equinos
de mala sangre
cuando el poeta canta su bar cécil
y Dios le guiña un ojo
y por el otro le cae un goterón de tinto
de aburrido tinto.
Hey, malú, nace una estrella
nadie quiere el nobel
pero se mueren de solo pensarlo
los poetas se odian
a quién le importa
que se maten
que se tengan pica hasta la muerte
total, de todas maneras
no tenemos quien nos abrace
porque los gatos se retiran de noche
quien sabe dónde.


Malú Orriola

lunes

SIN LLAVES Y A OSCURAS, un poema de Fabián Casas


Era uno de esos días en que todo sale bien.
Había limpiado la casa y escrito
dos o tres poemas que me gustaban.
No pedía más.

Entonces salí al pasillo a tirar la basura
y detrás mío, por una correntada,
la puerta se cerró.
Quedé sin llaves y a oscuras
sintiendo las voces de mis vecinos
a través de sus puertas.
Es transitorio, me dije;
pero así también podría ser la muerte;
un pasillo oscuro,
una puerta cerrada con la llave adentro
la basura en la mano.