Las paredes ya no hablan
las puertas no muestran sus garras
los cuadros miran como cien ojos
los libros llenos de vida muerta
el reloj se paró a las 18:20
las fotografías
sufren taxidermia
se fueron los sueños
quedan los ensueños
las pelusas del tamaño de una nuez
unas latas en el armario despensa
las sábanas frías como mi rostro
y un desafío:
el olvido que nunca quise,
o un sometimiento:
el llanto de la ausencia.
Tuya.
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