by Lisa Haney

domingo

CINCO POEMAS DE OLAYA BELLVER

COSTUMBRE

Puede que haya dejado de importarme
la medida de todo.
Crecer también es esto: vivir acostumbrada.
Pero sigo mirando los tejados en uve
sobre el fondo de piedra,
los bloques imponentes de ladrillo
por detrás de las hojas,
y los ángulos rectos, los lados encajados
sobre las superficies transformadas,
la flor que, en el jardín, para poder abrirse
ha de pedir permiso.
Vivir acostumbrada y, sin embargo,
que sigan pellizcándome los ojos las manos
geométricas del hombre.
Y añorar el regreso a lo esencial.
Codiciar el origen.


[Sobre la mesa,brazos...]

Sobre la mesa, brazos.
¿Dónde he puesto los míos?
Sobre la mesa, brazos.
Largos miembros idénticos de extremos 
bifurcados en ramajes confusos.
Se ha posado en mi nuca,
mientras busco mis brazos,
un pájaro glacial.
Sobre la misma mesa que propone
reuniones de amigos y enemigos,
juraría estar viendo una fosa común.


[Se murieron los años que he vivido y no os pedí...]

Se murieron los años que he vivido y no os pedí
por ello que guardarais un minuto de silencio.
Diría más: no sabríais guardarlo.
Y cuando coincidimos, sin levantar sospechas,
oculto a los difuntos debajo de mi ropa. 
Es cierto que prefiero hacerme cargo
de estos muertos tan míos sin vuestra interferencia:
de llevarles claveles, crisantemos,
de llorarlos, de ponerles violetas en los ojos,
de perfumar sus restos, de esconderlos.
Porque quién sino yo va a saber respetar
la libertad que han sido,
o quién podrá honrar a mis antepasados
como los honro yo.


[En el mismo vagón, la señora madura...]

En el mismo vagón, la señora madura,
- no como el fruto suspendido en la rama,
no de esa clase, madura
como el tronco de un roble centenario -
recorre con sus ojos los pies de los viajeros
como si fueran joyas y brillaran:
zapatos harapientos, textiles fluorescentes que
apestan a petróleo,
tacones afilados capaces de ensartar un corazón,
uñas largas y cortas, roñas, lacas y esmaltes,
bailarinas de negro terciopelo, sandalias sin escrúpulos,
pulgares doblegados, suelas rotas, deformidades
cóncavas y curvas, emanaciones verdes o invisibles.
Después del recorrido, hunde entre sus rodillas la cabeza
y repliega sus pies avergonzados, enterrándolos vivos
debajo del asiento.
Parece que, de pronto, la señora madura se ha sentido descalza.


[Hermenéutica: el arte de interpretar textos...]

Hermenéutica: el arte de interpretar textos.
Por lo tanto, imagina a un hombre bajo el mar
ataviado con un pesado traje de buzo,
portando una escafandra colosal y redonda
como un planeta,
sin parpadeos, sin ojos, descreyendo
sus propios movimientos que son lentos,
velados, desvaídos, cada vez más lentos.


OLAYA BELLVER

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